viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuestión de Normas

Muchos padres se preguntan cómo hacer para que sus hijos hagan lo que mamá y papá desean? Qué hacer para que sean “juiciosos” y “obedientes”? o también surgen preguntas como: Por qué mis hijos son tan desordenados? Pues bien, la respuesta está en la socialización que les hemos dado, lo que les hemos enseñado. Ninguno de nosotros llega al mundo con un manual bajo el brazo, ni tampoco con una personalidad definida. De manera que somos los padres y madres quienes vamos formando y moldeando el comportamiento de nuestro pequeños. Somos nosotros los orientadores que vamos preparándolos para su vida en la sociedad.

Entonces, qué hacer?

Lo primero es tener claro, como padres, lo que les enseñaremos a nuestros hijos. Es saber y decidir entre ambos progenitores, cuales son las metas y a partir de allí, crear las estrategias para lograr los objetivos. Suena muy técnico. Pero, si por ejemplo, deseamos generarles autonomía, debemos darles responsabilidades acordes a su edad. Enseñarles a vestirse, comer, bañarse, etc., por si mismos. Probablemente al principio no lo harán perfecto, sin embargo en la medida que se ejerciten lo lograrán. Nuestro papel es incentivarlos y motivarlos para fortalecer su proceso.

A través de la misma socialización, se establecen normas claras acordes a la edad de nuestros hijos. Es importante que los hijos sepan, lo que se espera de ellos, cuales son sus responsabilidades, los horarios para ver televisión, jugar, hacer tareas. Cual es el comportamiento adecuado en el lugar establecido. No obstante, es necesario recordárselos cuando lo incumplan. Permitámosles sentir que siempre pueden contar con mamá y/o papá.

Dentro de las normas, es igual de importante que ellos tengan claro las consecuencias de sus actos al cumplir o incumplir las normas. Vale la pena resaltar que impartir normas no es sinónimo de rigidez, sino por el contrario es darles seguridad a nuestros hijos, cuando se sabe qué hacer, qué se espera, cuales son las reglas del juego, es más fácil la convivencia.

Durante todo el proceso de socialización y formación, existen dos elementos primordiales el amor y el ejemplo. El primero les da la confianza básica que requieren para conocer su entorno y en cuanto al segundo, permite dar forma a lo que hemos verbalizado. No podemos exigir, ni esperar sinceridad en los hijos, si nosotros mentimos a ellos o a terceros.

Recordemos que los hijos son reflejo de sus padres, de su familia, de cómo se relacionan al interior del hogar.

3 comentarios:

  1. Interesante artículo. Pero qué pasa cuando hay demasiadas reglas? Se corre el riesgo que el niño se sienta encerrado y cuando esta libre del "yugo" de sus padres se comporte como un rebelde? Y si son demasiado pocas las reglas, no se corre el riesgo que al llegar a lugares donde el comportamiento es regulado, como el colegio, decida portarse como un rebelde? Dos escenarios diferentes, el mismo resultado. Es así?

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  2. Gracias Jonh Jairo. En cuestión de normas depende de una familia a otra. En el caso de demasiadas normas es probable que se genere rebeldía o sumisión en los hijos y cuando hay pocas normas, se puede generar rebeldía y/o inseguridad. Se trata de establecer un equilibrio. Es importante recordar que las normas son "las reglas del juego", que nos permite una mejor convivencia social. Estas normas deben ser acordadas por ambos progenitores y por supuesto revisadas, evaluadas y cambiarlas si es necesario par aportar a la adecuada socialización de los hijos.

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  3. Amanda, creo que el punto de partida es aceptar que los padres somos imperfectos y sobre todo que somos seres humanos, pues las normas, el amor y el ejemplo son fundamentales pero no nos garantizan que no habrá problemas, además el entorno en que se mueven los niños es bastante influyente en sus sentimientos y en su comportamiento. Hay que buscar mucha sabiduría para educarlos y sobrellevarlos.

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