viernes, 26 de febrero de 2010

El juego: Vinculante y constructivo

Al recordar nuestra infancia, encontramos múltiples historias de juego. Parece que nuestra niñez se centraba solo en jugar. Surgía la creatividad al inventar un juego, la recursividad al utilizar objetos para nuestra diversión, hacíamos equipos y por supuesto jugábamos en solitario también. Así que el juego ocupó gran parte de nuestra historia infantil.

Los niños y niñas de la generación actual, no son tan diferentes, pues todos coincidimos en lo mismo: JUGAR!

Sin embargo, cuando somos adultos ¿qué pasa con ese importante verbo? ¿Cuánto jugamos con nuestros chicos? ¿A qué jugamos con ellos? ¿Cuál es el lugar que ocupa el juego en nuestros hogares? ¿Qué tanto nos interesamos en los juegos de nuestros hijos? Recordamos ¿qué hacíamos con nuestros padres? ¿Qué era lo que más nos gustaba compartir con ellos?

Es importante reflexionar sobre el concepto de juego que nosotros los adultos manejamos, ya que depende mucho de esa idea que tenemos, para darle el lugar que le corresponde.

Entonces, ¿qué es juego?

El juego es la forma más eficaz de incorporar a nuestros chicos en el medio que les rodea, de relacionarse con los demás. Es toda una oportunidad para compartir con ellos, aprovechar y reforzar aspectos tan importantes como las normas de la sociedad a la cual pertenecemos, cimentar conceptos como el trabajo en equipo, el respeto por el otro; aprender a dar y a recibir; a ganar, a empatar y a perder. Es la posibilidad de fortalecer valores, incentivar la creatividad, la imaginación, la recursividad, la motricidad fina y la gruesa… en fin! Hay tanto dentro de un juego y qué mejor que acercarse a ellos, darles nuestro conocimiento, escuchar el de ellos, incluso cuando se tratan de videojuegos y por supuesto aprender de esa capacidad de disfrutar y admirarse con las cosas simples.

Es necesario comprender que aunque los niños no juegan para aprender, aprenden jugando y que durante el juego, los niños y las niñas desarrollan nuevas habilidades y prueban diferentes papeles. Es así como el juego se encuentra significativamente relacionado con la resolución creativa de problemas, el comportamiento social, el pensamiento lógico, los coeficientes de inteligencia, la capacidad de integración, liderazgo entre otros.

Los niños y las niñas que no juegan, o que no juegan tanto como otros niños y niñas, tienen un mayor riesgo de dificultades emocionales, afectivas, intelectuales y sociales. Para aprovechar plenamente los beneficios de jugar, los niños necesitan adultos que les apoyen, que reconozcan el valor del juego y que los estimulen ofreciéndoles un ambiente seguro para jugar.

Todos sabemos que los niños y niñas no juegan a lo largo de la vida de la misma manera. A pesar de que el juego evoluciona de acuerdo con la edad, no desaparece la forma de juego interior, sino que se transforma y se hace más compleja, de allí que muchos adultos aún mantenemos vivo ese espíritu del juego.

Entonces, como la clave del desarrollo está en el juego, la invitación es a vivirlo y pensarlo como un proceso vinculante y constructivo.