miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Cual es el concepto que tenemos sobre el niño o la niña?

Desde nuestra infancia hemos escuchado toda clase de comentarios en torno a esos seres maravillosos que hacen parte del prometedor futuro: Los niños y las niñas.

Hay quienes dicen que los niños y niñas “son inquietos por naturaleza”, otros dicen que “mantienen midiendo el aceite”, otros comentan que “no entienden nada” y hay otros que dicen que “saben más que uno”, haciendo referencia a los adultos.

Los anteriores comentarios son ejemplos que dan cuenta del concepto que muchos adultos tenemos sobre lo que es un niño o una niña. De acuerdo a dicha significación, así mismo nos programamos mentalmente para interactuar con ellos, sean nuestros hijos, sobrinos, ahijados, amigos o vecinos.

De ahí la importancia de revisar esa imagen mental que tenemos de los niños y las niñas, así seremos más conscientes de la forma como nos relacionamos con ellos, sabremos lo que ellos necesitan para crecer, aprender, socializar. Igualmente, comprenderemos qué darles para su educación y cómo hacerlo. Es necesario tener presente que cuanto más amplio sea el conocimiento sobre la naturaleza de los niños y las niñas y sus diversas particularidades, mejor será el acercamiento y socialización que puedan recibir de nosotros en casa.

Recordemos que lo ideal es tener claridad en lo que queremos aportarles a su proyecto de vida, al proceso de este a lo largo de su infancia y los siguientes ciclos vitales individuales.

En esta ocasión, la invitación es a pensar en los niños y niñas, como aquellos seres sociales, inteligentes, dotados de grandes capacidades, únicos e irrepetibles, con una identidad propia como parte de su historia personal, que dependen de nosotros para conocer nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestras creencias y que su relación consigo mismo, con los demás y con el mundo que les rodea, depende en gran medida de lo que nosotros les aportamos en lo cotidiano, con nuestro ejemplo, orientación, con la forma como establecemos su socialización.

Es así que nuestros hijos son capaces de interactuar con otros proporcionando su originalidad, haciéndolos diferentes de los demás, pero con capacidad de convivencia. Los niños y las niñas son el reflejo de nosotros mismos, de la familia a la cual pertenecen.