martes, 15 de diciembre de 2009

¿Qué mensaje enviamos a nuestros hijos?

La forma como utilizamos las palabras puede ser clave a la hora de enviar un mensaje y que llegue como deseamos que sea interpretado.
Es importante clarificar primero qué es lo que queremos decir y a partir de allí, escoger dos elementos importantes: Forma y fondo. La primera hace referencia a la comunicación análoga o lenguaje no verbal que utilizamos al acompañar una frase, es lo que muchos llaman “el tonito”. La segunda se define como comunicación digital, las palabras en si, es decir, el contenido.
Al momento de impartir una norma, es importante acompañarla de un lenguaje firme, seguir, sin titubeos, sin gritar, ni ser agresivos. Así mismo el contenido debe ser claro y acorde a lo que esperamos decir.
En el tema con nuestros hijos, muchas veces solemos utilizar expresiones como “necesito que te cepilles los dientes, ya”, “hazme el favor y te comes todo”, “Me haces tareas…” o “Mira cómo me tienes tu cuarto tan desordenado”. Al analizar estas frases y detenernos en las palabras resaltadas, podemos ver que el mensaje constante es que el hijo haga sus deberes no para sí mismo, sino para y por su mamá, papá o quien esté a cargo. Por el contario es necesario que el niño aprenda que los dientes son suyos y se los cepilla a sí mismo, que comer es un beneficio para él y no para sus padres, al igual que las tareas son responsabilidad de él, no es un favor para sus padres o cuidadores.
En la medida que se enseñe a clarificar sus responsabilidades y deberes, comprenderá la importancia de cuidar su cuerpo, alimentarlo y que las tareas tanto académicas como del hogar, que le hallan sido asignadas son su aporte, su compromiso por si mismo, no por otros, ni para otros.
Lograremos mejores resultados al utilizar expresiones como: “Ve y te cepillas los dientes” ,“es importante que termines tu almuerzo”, “Es el momento de hacer tus tareas”, “Recoge tus zapatos”, etc.
La invitación es para que prestemos atención a la forma y el contenido que, en lo cotidiano, utilizamos al momento de comunicarnos, no solo con nuestros hijos, sino con todos aquellos que nos rodean.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hombres y Mujeres : ¿Iguales o diferentes?

Culturalmente se ha trabajado bastante el tema de hombres y mujeres, intentando responder la pregunta en torno a si somos iguales o diferentes. Y no se hace referencia al componente físico, pues es obvio que somos diferentes. Cada uno tenemos formas bien definidas (sin hablar de la estética).

La polémica surge a partir del rol como hombre o como mujer y si bien es cierto, el rol también es una herencia cultural, trasmitida de generación en generación, tanto hombres como mujeres invocamos igualdad y así debe ser en cuanto a derechos y oportunidades sociales, económicas, laborales, participación en el hogar, entre otros. No obstante, como seres existentes en cualquier lugar del mundo, no somos iguales y afortunadamente no. En la diferencia se alimenta una relación, cualquiera que esta sea. Entonces, ¿por qué pedimos a gritos igualdad en todo sentido, convirtiéndose en una lucha sin fin?

Se trata de comprender que hombres y mujeres no somos iguales, somos diferentes, no somos mejores unos que otros, cada uno estamos dotados de grandes riquezas, por lo tanto, somos complementarios y en este orden de ideas, tenemos la oportunidad de aprender del otro u otra, de aprovechar todo conflicto que se viva en lo cotidiano y por conflicto se hace referencia a cada asunto por resolver, indiferente de su complejidad, representando al fin y al cabo la oportunidad de tener un aprendizaje.

En la medida que clarifiquemos el concepto de complementariedad, se podrá aportar y recibir más dentro de cualquier tipo de relación, ya sea de pareja, laboral, de socios, hermanos, etc. Es importante conocer al otro u otra, así como conocer nuestras limitaciones, todo apuntando a un mismo norte. Es precisamente la diferencia la que permite que una relación avance, sea dinámica, es un enriquecimiento constante en la vida diaria.

Una relación es de dos, los dos aportan, contribuyen para que funcione dentro de su propia identidad relacional. De ahí que en la medida que respetemos la individualidad del otro u otra, tendremos relaciones más claras y funcionales.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuestión de Normas

Muchos padres se preguntan cómo hacer para que sus hijos hagan lo que mamá y papá desean? Qué hacer para que sean “juiciosos” y “obedientes”? o también surgen preguntas como: Por qué mis hijos son tan desordenados? Pues bien, la respuesta está en la socialización que les hemos dado, lo que les hemos enseñado. Ninguno de nosotros llega al mundo con un manual bajo el brazo, ni tampoco con una personalidad definida. De manera que somos los padres y madres quienes vamos formando y moldeando el comportamiento de nuestro pequeños. Somos nosotros los orientadores que vamos preparándolos para su vida en la sociedad.

Entonces, qué hacer?

Lo primero es tener claro, como padres, lo que les enseñaremos a nuestros hijos. Es saber y decidir entre ambos progenitores, cuales son las metas y a partir de allí, crear las estrategias para lograr los objetivos. Suena muy técnico. Pero, si por ejemplo, deseamos generarles autonomía, debemos darles responsabilidades acordes a su edad. Enseñarles a vestirse, comer, bañarse, etc., por si mismos. Probablemente al principio no lo harán perfecto, sin embargo en la medida que se ejerciten lo lograrán. Nuestro papel es incentivarlos y motivarlos para fortalecer su proceso.

A través de la misma socialización, se establecen normas claras acordes a la edad de nuestros hijos. Es importante que los hijos sepan, lo que se espera de ellos, cuales son sus responsabilidades, los horarios para ver televisión, jugar, hacer tareas. Cual es el comportamiento adecuado en el lugar establecido. No obstante, es necesario recordárselos cuando lo incumplan. Permitámosles sentir que siempre pueden contar con mamá y/o papá.

Dentro de las normas, es igual de importante que ellos tengan claro las consecuencias de sus actos al cumplir o incumplir las normas. Vale la pena resaltar que impartir normas no es sinónimo de rigidez, sino por el contrario es darles seguridad a nuestros hijos, cuando se sabe qué hacer, qué se espera, cuales son las reglas del juego, es más fácil la convivencia.

Durante todo el proceso de socialización y formación, existen dos elementos primordiales el amor y el ejemplo. El primero les da la confianza básica que requieren para conocer su entorno y en cuanto al segundo, permite dar forma a lo que hemos verbalizado. No podemos exigir, ni esperar sinceridad en los hijos, si nosotros mentimos a ellos o a terceros.

Recordemos que los hijos son reflejo de sus padres, de su familia, de cómo se relacionan al interior del hogar.

jueves, 22 de octubre de 2009

Maltrato Infantil

A lo largo de mi experiencia he tenido la oportunidad de conocer muy de cerca casos donde era usual el maltrato infantil. Durante mucho tiempo me pregunté por qué utilizar esta práctica como método de educación? De manera que con el tiempo pude acercarme a la respuesta.
Si bien es cierto existen muchos factores que intervienen en este aspecto, tales como la situación económica de la familia, los largos periodos de trabajo fuera de casa, el estrés de los padres, las relaciones con los miembros de las familias, etc. Adicionalmente media el tipo de educación o las pautas de crianza por las que pasaron quienes conforman una familia, su elección a construir. Sin embargo, considero que el mayor motivo, sino el único, por el cual padres y madres maltratan física, verbal y hasta psicológicamente a sus propios hijos, no es lo que el niño o niña hace en si, como un daño, una nota escolar no esperada, una desobediencia, una inadecuada respuesta, en fin, la lista es larga; sino lo que produce este hacer en la emocionalidad del padre o madre. Es la ira que siente el progenitor lo que genera una respuesta violenta en él. Lo que hace que desahogue su ira en su hijo o hija. Muchas veces ni siquiera se dan cuenta de hasta donde está llegando el descargue de su ira, solo después observan su huella. Especialmente cuando ese descargue es físico, porque cuando es verbal o psicológico no es fácilmente visible.
Es allí donde considero importante que como progenitores nos adentremos hacia nosotros mismos y aprendamos a manejar nuestros enojos, para poder corregir la conducta o comportamiento de nuestros hijos. Cuando esta corrección la hacemos de una manera tranquila y a la vez firme, analizando la situación, se tienen mejores resultados. Cada caso es diferente y surgirán inquietudes a resolver, pero por ahora los invito a reflexionar acerca de cómo manejamos nuestra ira, es necesario aprender a separar el estrés laboral, social, económico, de la forma como educamos a nuestros hijos. Esa hermosa parte de nosotros, esos seres a quienes amamos y que debemos recordar ese amor mucho más en aquellos momentos que requieren de nuestra orientación y hasta de un correctivo. Es hacer la comparación con otros, es decir, en nuestro lugar de trabajo también sentimos desilusión o ira, sin embargo, no por ello golpeamos a nuestros compañeros de trabajo o a nuestro jefe… eso es impensable! Por lo cual nos controlamos y lo manejamos de una manera diferente, entonces qué pasa con ese mismo control cuando sentimos enojo por las personas a quienes amamos? Más cuando esas personitas nos ven como lo más grande del mundo? Somos sus modelos, su referencia de amor, de socialización, a través de nosotros aprenden a conocer el mundo, a sentirse a gusto con ellos mismos, nos aman y esperan siempre sentirse seguros con nosotros. Entonces, démosles lo mejor de nosotros a ellos, hagamos que se sigan sintiendo seguros con nosotros, seamos unos modelos adecuados a seguir, tratémoslos como a nosotros nos gustaría que nos trataran si fuéramos niños o niñas. No es fácil, pero es necesario empezar.