martes, 4 de mayo de 2010

El deporte, ¿elección nuestra o de nuestros hijos?

¿Qué puede aprender un niño a quien obligan a empezar un deporte, un niño que suplica no entrar en la piscina, por ejemplo? Tal vez es  un niño con temor, quien espera ser escuchado por sus padres, principales protectores.

¿A cuántos niños hemos visto en una escena similar?

Podríamos ser más pacientes y respetuosos con los momentos y las motivaciones de nuestros chicos. Muy seguramente aprenderán más y mejor, con mayor motivación y entusiasmo, aquellos niños a quienes les gusta un deporte, entonces, qué mejor que indagarles cuáles son sus preferencias y así  apoyarlos en sus gustos, evitando en cambio, obligarlos a practicar uno de nuestra predilección sin tenerlos en cuenta a ellos.

Este es el principio.

La segunda parte de esta elección es el proceso. Usualmente elegimos escuelas o clubes encargados de enseñar un deporte en particular, en la gran mayoría, los profesores y/o formadores deportivos planean sus clases con objetivos puntuales y dentro de ellos, los primeros son precisamente la formación como personas, antes que la competencia como tal, incentivan el placer por el juego, por el deporte antes que por el premio.

Los niños que inician la práctica de un deporte, lo hacen no solo para aprender, sino para disfrutar. Practicando van aprendiendo y no solo la técnica del deporte elegido, sino el compartir,  perder, empatar, ganar. No obstante, este último no es el objetivo por lo menos dentro del deber ser, al introducirse en el mágico mundo del aprendizaje deportivo.

Es triste observar padres y madres exigiendo demasiado a sus hijos en el rendimiento deportivo, especialmente en las primeras etapas deportivas, tal vez proyectándose a sí mismos, atropellando el proceso de formación de sus hijos. En aras de querer contribuir en el aprendizaje y técnica, lo que generan son sentimientos de culpa al niño, hiriendo su autoestima. En ocasiones, poco reconocen el esfuerzo y el significado que para su hijo tiene el ir creciendo como deportistas.

Es innegable que todos deseamos ser los mejores y por supuesto que nuestros hijos lo sean, sin embargo, es necesario recordar que damos nuestro mejor rendimiento cuando disfrutamos lo que hacemos, cuando nos preparamos y aprendemos lo que nos interesa, el desempeño es el resultado de dicho aprendizaje, del proceso en sí.

Los niños orientados por sus padres eligen un deporte y es muy común cambiar de elección, de manera que al principio es primordial y necesario permitirles conocer las distintas opciones, lo importante es la motivación y el incentivar el gusto por el deporte espontáneamente. Ya llegará el momento que se si es parte de su proyecto de vida o de su iniciativa individual, de acuerdo a sus habilidades y destrezas, elegirá el que más le interese y disfrutará practicarlo, llegando tal vez a un nivel competitivo.

Entonces, como padres tengamos paciencia, respetemos la individualidad de cada uno de nuestros hijos, apoyémoslos en la elección y práctica deportiva, teniendo en cuenta su evolución y desarrollo individual, los planes del club o escuela elegidos. De lo contrario el aprendizaje deportivo se tornará estresante, aburrido, generando apatía, frustración  y abandono de la actividad física.

Recordemos que son niños y niñas en proceso de aprendizaje, son personitas independientes de nosotros, ellos no son nuestra prolongación de nuestra existencia, son seres autónomos, distintos. Ellos son ellos, nosotros somos sus padres, orientadores, guías, apoyo, ejemplo.  De manera que es mejor no pasar inadvertido el tema de la elección deportiva, pues aunque no parezca, tiene mucha más incidencia de la que imaginamos.